Los sistemas de calderas y las torres de refrigeración requieren un constante control para que funcionen eficientemente. Debe mantenerse el equilibrio correcto de los parámetros químicos más importantes como la alcalinidad, cloruro, oxígeno disuelto, dureza, fosfato y sulfito. Esto es para garantizar la máxima eficiencia del sistema y para prevenir daños muy costosos que pueden ocurrir debido a la corrosión de las partes metálicas.